Un comentario a mi anterior escrito "Cómo hemos cambiado" de una persona que afirma, entre otras cosas, que “Espanya es un lugar de panderetas pillos i sinvergüenzas” y que “la gente inexplicablemente seguira votando lo ilogico, aplaudiendo lo irracional, viendo programas de reseteo mental, en definitiva siendo españoles”, me ha hecho plantearme un tema que llevo mucho tiempo sopesando incluir en este blog que escribo para ustedes: la hipocresía frente a la corrupción.
Pero me podría referir a los casos de corrupción de la Comunidad Valenciana, o de la Murciana, o de Castilla y León, o de Andalucía, o en el País Vasco, o de mi vecina Cantabria, o de Canarias, o de tantas y tantas otras comunidades (todas) que encierran casos de corrupción, urbanística o de cualquier tipo, pero corrupción al fin y al cabo, y no sé por qué motivo, después de releer en varias ocasiones el comentario, me he decidido por la corrupción en Cataluña.
Queda claro que es así, que los españoles tenemos también malos pensamientos, pero en todos lados cuecen habas, o es que el 3% catalán (que al final era del 4% en los casos Ciutat de la Justicia y la adjudicación de la Línea 9) de comisión para la concesión de contratos ya se nos ha olvidado; o el caso Millet, en el Palau, en el que se acusa de financiación irregular al partido en el poder; o el caso de los ex-altos cargos del gobierno de Jordi Pujol (Alavedra y Prenafeta) y el alcalde de Santa Coloma de Gramanet, del PSC, imputados por tráfico de influencias, cohecho y blanqueo de capitales por su implicación en varias operaciones urbanísticas; o Banca Catalana, donde se pidió procesar a Jordi Pujol y 17 ex-consejeros más por los presuntos delitos de apropiación indebida, falsedad en documento público y mercantil y maquinación para alterar el precio de las cosas, y que la Audiencia de Barcelona decretó su sobreseimiento.
También la trama más reciente que afecta a jueces, policías, políticos e instituciones penitenciarias (diligencias 2923/2009); asimismo podemos hablar de las operaciones Tacos (Piqué Vidal y compañía), y Macedonia, de drogas y blanqueo; del caso Pretoria sobre corrupción urbanística en ayuntamientos de la provincia de Barcelona con la intervención de ex_altos cargos de CIU, o del Ciutat Vella, con amenazas de muerte, extorsión y pagos por la concesión de licencias; o de la Hacienda de Barcelona, con acusados por cohecho y falsedad documental donde se vieron implicados José Luis Núñez, expresidente del Barça, su hijo, José Luis Núñez y Navarro, Javier de la Rosa, luego absuelto, y el exjefe de la inspección de Hacienda en Cataluña, José María Huguet.
Podremos también hablar del caso Badía, de las cuentas del Diagonal Mar-Fórum, de los estudios falsos en la Generalitat, o la reciente ampliación del caso Palau a Daniel Osácar por aceptar comisiones de Ferrovial para CDC, el partido de Mas; o los casos Turismo, en el que al diputado de Unió D.C. Vallvé se le imputó una presunta financiación irregular de su partido, y Pallerols, también sobre financiación irregular a UDC, socio de CDC y también implicado en el caso Turismo; o el cese de Alavedra, segundo en el gobierno de Jordi Pujol y más tarde implicado en otros asuntos judiciales, para que no le afectara el caso Estevill sobre cohecho, extorsión, prevaricación y detenciones ilegales, etc. Y todo ello, después de criticar al PSOE por su financiación irregular a través del caso Filesa, ...
En fín, lo dicho: “en todos lados cuecen habas”, amigo Anónimo, pero más miedo que la corrupción me da la hipocresía.
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