Héroes de Perejil II

Francia, desde el punto de vista de Mariano, nos necesita para vencer a un puñado de yihadistas feroces que tratan de derrocar al gobierno legítimo de Mali, y la prueba es que nosotros nos ofrecemos para ayudarles sin que nos lo hayan pedido. La guerra no podrá empezar sin nosotros si no quieren que las cosas vayan de mal en peor para nuestros vecinos: podemos enviar nuestros barcos (los que no hemos alquilado para poder mantenerlos) al Atlántico para que sirvan de plataforma desde la que enviar a nuestros soldados (los que aún quedan que no han sido sometidos a ERE), pero lo que está claro es que no podemos perdernos la fiesta, aunque no hayamos sido invitados. Eso sí, los nuestros no pueden disparar hasta que no sean atacados, más que por no gastar munición al precio que está, por no acabar la guerra antes de tiempo por la eficacia de los nuestros, dejando a los soldados la alternativa de dirigir de vuelta a sus corrales a los sanguinarios mujaidines con una vara cual obediente ganado caprino.

Estábamos deseando volver a un continente africano del que nos fuimos hace unos años por la puerta grande después de la reconquista de la fortaleza natural de Perejil, una aplastante victoria militar que hizo que José María Aznar fuera reconocido como "El héroe de Perejil", o hace algo más de tiempo cuando abandonamos a su suerte a los saharauis españoles mientras salíamos por piernas de la ex-colonia del Sáhara Occidental, en aquellos tiempos provincia.

Sí, definitivamente estábamos deseando que algo ocurriera más allá de nuestras fronteras para poder demostrarle a la opinión pública internacional, o más bien a analistas financieros y a los mercados, que España es un país de primer nivel, moderno, amigo, fiable, a pesar de que Mariano Rajoy alterara unilateralmente el porcentaje de déficit pactado con la Comisión Europea, o que modifiquemos un día sí y otro también el desfase patrimonial de Bankia y otras entidades financieras. La pena es que con el dinero que esta intervención nos supondría, no tendrían que cerrar muchas salas de hospitales en España o las urgencias rurales en Castilla-La Mancha.