La joven
presentadora de la televisión regional va poniendo a los telespectadores en
contacto con familias andaluzas necesitadas, nos las presenta una a una en sus
propios domicilios y va relatando cuales son las necesidades más perentorias
para cada una de ellas.
Hay casos de
familias que tienen entre sus miembros enfermos graves que precisan ayudas
urgentes, como puede ser salvar un espacio inaccesible para un impedido físico,
o facilitarle a su familia la labor de atención mediante el uso de una grúa portátil
para incorporar al enfermo o una cama articulada a motor. En otras ocasiones se
trata de familias que precisan mobiliario en sus casas, o electrodomésticos,
dado que la aguda crisis que nos asola les impide acceder a un puesto de
trabajo con el que generar ingresos mensuales para poder acometer por sí mismos
esas necesidades. También hay un tiempo para la oferta de puestos de trabajo, en ocasiones, numerosa.
Sí, estoy en mi
tierra y esta televisión me pone en contacto con una gente, mi gente, que
muestra a los demás, a pesar de su dolor y lágrimas, la situación en la que se
encuentran.
Una joven familia
malvive en una casa sin amueblar que han conseguido a duras penas alquilar,
pero no tienen ingresos suficientes para hacerla habitable del todo. Duermen en
el piso de las habitaciones con mantas y colchones viejos y deteriorados. No
tienen apenas aparatos de cocina ni muebles en los que alojar sus enseres.
La joven
presentadora va recibiendo llamadas de diversos lugares de la comunidad meridional. De una provincia cercana a la
suya, un señor les regala los electrodomésticos que necesitan mientras un joven
de su misma provincia se los transporta a su domicilio con su propia furgoneta
gratuitamente. De otra provincia, una familia que se debate en una situación
personal similar y va a ser desahuciada de su vivienda, les regala los muebles
de dos dormitorios porque no van a poder llevarlos consigo. Otra persona de no
sé donde se los transporta también gratis. De otro lugar les llegan los muebles
de la cocina también de forma desinteresada.
Hay una madre que
tiene un hijo con parálisis cerebral, de 17 años, con un cuerpo de hombre y que
no puede valerse por sí mismo. Su casa, aunque pequeñita, tiene tres plantas y
unas escaleras que hacen que la madura madre deba subir numerosas veces al día al hijo sobre sus espaldas, y subir y bajar varios pisos cada vez que su vástago
precisa ir al baño, a cambiarlo, a
comer, a dormir, ... incluso para salir a la calle tiene escaleras. Su
hermanita de 11 años no está teniendo juventud, pues debe sustituir a su madre
en las labores de cuidado a su hermano mientras el padre asiste a largas y
agotadoras jornadas de trabajo para conseguir el salario justo para sobrevivir.
¿Sus necesidades?
Una cama articulada a motor, una grúa elevadora y una escalera mecánica para
poder subir y bajar a su hijo, con un presupuesto de 30.000 euros inalcanzables
en la actualidad debido a la situación crítica en la que se encuentra la
mayoría de las familias de una región, Andalucía, que cuenta con la mayor tasa
de paro de España.
El público que
asiste en directo a la emisión del programa desconfía en que se consiga el
objetivo mientras la presentadora lanza mensajes de esperanza y ánimos
implicando a los telespectadores a conseguir el objetivo.
Una primera llamada
de una viuda con una pequeña pensión pone en el vacío cofre de esta familia la
cantidad de 300 euros. La importante cantidad donada de forma altruista por una
anciana viuda también me indica que me encuentro en mi tierra, con mi gente.
Una segunda llamada de un señor hace que el bote suba a los 800 euros, y más tarde
una tercera persona aporta 1.000 euros más; también importante es la aportación
de un empresario acuciado por los recortes en sus ventas y que aporta 2.000
euros. Así, las llamadas se van sucediendo una tras otra como con un
cuentagotas, pero algo va indicando que la mitad del presupuesto no está lejos.
Se intercalan
llamadas que aportan la cama articulada con su correspondiente colchón y la
grúa portátil para poder levantar sin esfuerzo al joven impedido, pero el
grueso de la petición está difícil, aunque no es imposible. Otra llamada ofrece
la cantidad de 1.000 euros más. Ya la
gente que se encuentra en el estudio empieza a animarse cuando una llamada de
un joven empresario de la región que se encuentra en Bélgica instalando
ascensores, se compromete a acometer la instalación de la escalera mecánica por
el importe recolectado hasta el momento, menos de la mitad del presupuesto. El
auditorio ríe y llora emocionado. Cada día son varios los casos que se llevan a la pequeña pantalla, y así cinco días a la semana, incluidas dos noches hasta las dos de la madrugada.
Sí, se ha podido.
Estoy en mi tierra, con mi gente, y me emociono de formar parte de este pueblo
llano que, en situación de crisis, comparte sus miserias con sus vecinos más
necesitados. Esta gente que lleva la televisión autonómica a la pequeña
pantalla no tiene nada que ver con la que otras cadenas ponen en primer plano:
Isabel Pantoja, Rosa Benito, la Duquesa de Alba, Cayetano Rivera ni su hermano
Francisco; tampoco son Paquirrín. El público asistente a este programa semanal
que llena las mañanas de la audiencia y algunas noches, no está interesado en
saber si los personajes de la prensa rosa se traicionan unos a otros. Les
interesa más el dolor de sus vecinos y sacan a relucir su virtud principal: la
SOLIDARIDAD. Sí, son mi gente y yo me siento orgulloso de ellos. Más orgulloso
aún de lo que ya estaba. ¡No cambiéis!
me gusta mucho el programa
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