“Rompedme ya ese retrato,
Que ese no es el de mi tierra,
Que me habéis pintao una cosa
Y otra muy distinta era...”
Jarcha, “Retratos de Andalucía”
Hay quien dice que en mi tierra no se trabaja, que no nos gusta trabajar y siempre estamos de fiesta.
Hay quien dice que en mi tierra solo se come pescadito frito y gazpacho, que no sabemos comer y que no tenemos otra cosa.
Hay quien dice que en mi tierra no se puede vivir, que el calor es tan grande que no se puede estar allí.
Hay quien dice que la gente de mi tierra es falsa, mentirosa, ambigua, engañosa, juerguista, charlatana, … y tantos y tantos adjetivos peyorativos que asusta, siendo muy pocos positivos.
Hay quien dice que mi tierra no produce nada, y lo que produce no tiene sabor.
Hay quien dice que el mar de mi tierra, el Mediterráneo, alberga especies de peces que no tienen apenas calidad. El Atlántico, que también baña mi tierra, ni lo mencionan.
Hay quien dice que en mi tierra hay un monumento, la Alhambra, que es un castillo, y que quien ha visto uno ya los ha visto todos.
Hay quien dice que la gente de mi tierra es toda gitana, o mora.
Hay quien dice que la gente de mi tierra no sabe hablar, que cortan las palabras o las pronuncian mal.
Todas estas lindezas, y muchas más, dicen de la gente de mi tierra gente de otras tierras, más al norte. Pero, ¿creéis que se puede rebatir una idea preconcebida y arraigada por el mucho tiempo de auténtica charlatanería insidiosa? En el norte que yo conozco, la mentira repetida es realidad; y no importa si no conocen la tierra de la que hablan ni la gente a la que se refieren. Aunque desconozcan algo, no soportan que tú vengas a explicarles nada, prefieren seguir en “su” mentira.
¿Cómo explicarles que gentes de mi tierra iban a segar, en verano, a pleno sol, el cereal que sus familiares no eran capaces de segar? ¿Cómo contarles que gente de mi tierra buscaba lejos de sus hogares trabajo desde tiempos que se pierden en la memoria? ¿Cómo decirles que las fiestas tienen en todos sitios la misma duración, que los días festivos y laborales son en todos lados iguales? ¿Cómo hacerles ver que los patrones de los andaluces no son tontos y hacen que trabajen lo mismo que los de otros lugares e incluso más?
Estas gentes del norte de España desconocen la gastronomía de mi tierra, sus pucheros, cocidos, potajes, etc., la gran riqueza de nuestra comida típicamente mediterránea, y piensan que sus excesos de carne son la “buena alimentación”.
Esta misma gente no sabe que gente de mucho más al norte que ellos: escandinavos, ingleses, holandeses, alemanes, franceses y un largo etcétera, eligen mi tierra no ya sólo para veranear, sino que también para vivir, a pesar del calor, con una cosa que quizá desconozcan: el aparato de aire acondicionado imprescindible en viviendas, comercios y todo tipo de instalaciones, y que aún así y con nuestra variedad climática (hay distinta temperatura en Cádiz, Huelva, costas de Málaga, Granada y Almería, Alpujarra, etc., que en Sevilla o Córdoba), hacemos del día y la noche un largo período con muy diferentes temperaturas para desarrollar nuestra vida. Y disfrutamos también de la noche.
Esta gente quizás no sepa que es estadísticamente imposible que tengamos todos los adjetivos peyorativos, que alguno de ellos tendrá algún defecto, pues su Dios, del que en el norte son tan creyentes, es justo y equitativo, y a todos nos da lo mismo, tanto en defectos como en virtudes.
Estos amigos del norte desconocerán los productos de nuestras vegas, hortalizas y verduras, legumbres, arroz, plantas aromáticas, frutas, etc., sí, aquellos que tuvo que enseñarle a cultivar gente de mi tierra expulsada por Felipe II para romper la rutina de su dieta de pan de cebada o centeno, cerveza y vino (el rico podía comer también carne), tan constante y habitual desde época romana hasta el siglo XVI que debería ser tediosa. O nuestro jamón de Jabugo o de Los Pedroches, patanegra ambos, o nuestros vinos de Jerez, Sanlúcar, Montilla, del Condado, de Granada, de Málaga, o las carnes de nuestras ovejas segureñas y cabras granadinas, o la leche Puleva que producen las vacas de nuestros pastos de Sierra Nevada, o nuestros quesos de Ronda, nuestros embutidos, nuestro aceite, etc.
Me gustaría hablarle a esta gente de tan al norte que los mares de mi tierra, y digo mares porque son dos los que riegan nuestras costas, nos dan ese atún rojo tan apetecido por los japoneses para elaborar sushi, la gamba blanca de Huelva, la quisquilla de Motril, los langostinos de Sanlúcar, chanquetes, boquerones, chipirones, caballas, sardinas, etc., y ese caviar de beluga de Riofrío del que dicen que es uno de los mejores del mundo y el único con certificación ecológica, procedente del esturión autóctono Acipenser naccarri (http://www.vivirbien.net/noticia/517/Gourmet/caviar-riofrio-beluga-espanol-unico-mundo.html).
También me gustaría comentarles que la Alhambra no es un castillo, sino una ciudad que alberga varios palacios, y que haber estado propuesta para ser una de las nuevas 7 maravillas del mundo entre 21 aspirantes y quedar en el puesto 14 la hace no ser un edificio de tantos sino algo más especial. Pero que también tenemos unos Reales Alcázares y Catedral en Sevilla, una Medina Azahara y Mezquita en Córdoba, o una ciudad como Niebla en Huelva o Carmona en Sevilla, o Úbeda-Baeza-Sabiote en Jaén inigualables, únicos. Pero que mi tierra también es algo más que monumentos, son lugares, espacios y personas únicos (Sierra Nevada, Doñana, Desierto de Tabernas, Cabo de Gata, Pueblos Blancos de Cádiz, Las Alpujarras granadina y almeriense, la Sierra Norte de Sevilla, el Parque de los Alcornocales, el valle del Genal, García Lorca, Picasso, los Machado, Bécquer, Murillo, Zurbarán, Velázquez, Alberti,… sin olvidar a los premios Nóbel andaluces Juan Ramón Jiménez y Vicente Alexandre).
También debería explicarles que es difícil que en la edad media un castellano-a se mezclase con un musulmán-a por cuestiones de pureza de la sangre, o con gitanos que viven en un mundo cerrado, pero que no nos importa, que la mezcla mejora el adn, y así estamos orgullosos de nuestro componente sapiens-sapiens/fenicio/griego/ibero/romano/godo/árabe/norteño/, pero si aún así no hay bastante, me gustaría hablarle de un estudio genético realizado por diferentes universidades del mundo sobre la población española y sus perfiles de adn: http://download.cell.com/AJHG/pdf/PIIS0002929708005922.pdf?intermediate=true (reveladores los datos de la figura 4, el mapa de España de la página 732 del artículo original). O aclararles que tras la expulsión de los moriscos de Granada tras las guerras de 1568-1571 en la Alpujarra, éstos fueron repartidos por todos los territorios de la Corona de Castilla, quedando el reino granadino prácticamente limpio de población morisca.
Y si dicen muchos que no sabemos hablar, que cortamos palabras, pues que sepan que nosotros hablamos como nos apetece, pero entendiéndonos, entre amigos, y utilizamos las palabras que queremos, y las pronunciamos como queremos aunque luego las escribamos en correcto castellano, como también hacen asturianos o cántabros, que cambian palabras y pronuncian mal y nadie les dice nada.
Aunque pienso que ni yo ni la gente de mi tierra tenemos que justificar ninguno de los puntos que he tratado en este escrito, he de confesar que después de hacerlo me he quedado muy a gusto. ¿Porqué está bien que un vasco diga “agur” y yo no pueda decir “adioh” o “adió”?