martes, 24 de agosto de 2010

El Inem, los Sindicatos y los Desempleados




A veces pienso que, a falta de trabajo, lo importante no es estar desempleado, sino no cobrar por ello. Una persona, y más si tiene familia a su cargo, tiene que subsistir con unos ingresos que, o percibe a cambio de su trabajo, o los percibe como subsidio por parte del Estado. Si éste no cumple, habrá que cambiar de Estado. O de sistema de gobierno. O de sistema económico… Pero algo habrá que cambiar para que esto funcione.

Es este sistema capitalista un sistema al que estamos condenados por los grandes beneficiados inmovilistas del mismo (financieros, políticos, funcionarios, empresarios, garantes del sistema representados por jueces, militares, policías, etc.). Willie Brandt, un político alemán presidente de la Internacional Socialista entre 1976 y 1992 dijo una vez que “todos no somos iguales, lo importante es que todos tengamos las mismas oportunidades”, palabras recogidas primero como devocionario por Felipe González y, más tarde, por José Luis Rodríguez Zapatero. Yo, pobre de mí, no voy a restarle a esta frase la importancia que tiene, pero si la asumimos, ¿qué pasará con los que no lleguen a descollar lo suficiente como para alcanzar los fines que persiguen todos los que, en apariencia, tienen las mismas oportunidades? Parece que con ello ya hemos cumplido.

Yo tengo mis dudas, y la mayor es que no creo que todos tengamos las mismas oportunidades. Desde temprana edad, los individuos asisten, según las posibilidades de sus progenitores, a guarderías, a cursos de formación, a colonias, a actividades extraescolares culturales, deportivas y recreativas, y además cuentan con todo tipo de ayudas humanas, a través de profesores particulares, y técnicas, ordenadores, vídeos, cursos interactivos y enciclopedias, virtuales o no, que les pondrán en un lugar de la parrilla de salida de la vida más adelantado que a otros. Si continuamos con los estudios de grado o de posgrado, las diferencias se siguen acentuando al asistir a colegios, escuelas universitarias y universidades en las que las posibilidades económicas son determinantes, y no me vale con que las becas nos igualan a todos, porque no es así. Una beca ayuda, pero no iguala, seguirá contando con gran diferencia a favor el que, además de contar con una beca, cuenta con la ayuda económica de la familia. Y no digamos nada de los másteres, tanto nacionales como internacionales. Con esto vemos que, desde la más tierna infancia, se van estableciendo diferencias y desnivelando cada vez más los niveles de preparación de los individuos, y valga la redundancia. No, definitivamente, no todos tenemos las mismas oportunidades.

Tampoco creo que el Estado, a través de las oficinas de empleo gestionadas por el Inem, esté actuando con justicia en la colocación o recolocación de los individuos incorporados al mercado de trabajo como demandantes de empleo. Al menos, la práctica manifestada en numerosísimos casos de personas que ven un mes tras otro que no consiguen un empleo y que la prestación por desempleo o subsidio de la comunidad o del estado hace mucho tiempo que dejó de llegarle, me hacen pensar en que algo está pasando en el Inem para que las demandas nunca sean satisfechas, al menos, en estos casos.

No quiero ser mal pensado, pero me da la impresión de que el Estado ha marcado la directriz de que si hay una oferta de empleo, ésta sea para el demandante que está percibiendo algún tipo de subsidio y así éste deje de cobrar, con el consiguiente ahorro para las arcas del Estado. Como estrategia para que nuestros dirigentes reduzcan el déficit público me parece acertada, pero como respuesta de un gobierno a un sector de la población muy desfavorecido, aun después de erigirse como el garante del cumplimiento de las políticas sociales en épocas de crisis, me parece una aberración. Hay que atender a todas las personas que están sobre la línea de la exclusión social, y a las que ya la han rebasado, y si para ello hay que rectificar la política fiscal para que paguen más los que más tienen, o, en otras palabras, los que están al margen de la crisis, que se haga. Es triste ver la situación de desamparo profundo en la que está quedando la mayoría de la población española.

Tampoco creo que los Sindicatos estén dispuestos a hacer nada por intentar solucionarlo. En la actualidad, los Sindicatos son vistos como una sociedad política subvencionada por el Estado que responde únicamente a los dictados de sus afiliados y al patrón (sindicalismo amarillo). Me explico. Actualmente los Sindicatos, en lo que a los trabajadores respecta, no se mueven por el interés de los trabajadores que están en el paro ni por la situación de desempleo generalizado por sectores, sino que se activan a defender los intereses de los trabajadores en activo, que son los que pueden pagar cuotas. En lo que se refiere a la defensa de los intereses de los empresarios, los enlaces sindicales, en la práctica, dan el visto bueno a las políticas de despido de las empresas (ellos tienen su puesto asegurado) y a lo más que llegan es a negociar la reducción de despidos, pero sin tomar medidas coercitivas.

No creo que el dinero que reciben del Estado y que debe ser destinado a la formación vaya a solucionar nada en la coyuntura actual en la que es necesario cambiar sustancialmente el modelo productivo español y la preparación de nuestros trabajadores. No hay más que ver los cursos que Inem y Sindicatos ofertan y entre los que destacan, por su altísimo número, los destinados a ofimática y todo lo relacionado con el ordenador. ¿Porqué apenas hay cursos y, si los hay, son tan pocas las plazas ofertadas para cursos como trabajar en energías de origen eólico o térmico, soldador, carretillero, gruísta, auxiliar de laboratorio, pintor, cocinero, etc.) A veces pienso que es porque con 15 ordenadores amortizados con el primer curso pueden estar 5 años y el profesor no tiene que molestarse apenas.

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