Los aviones de Ryanair aterrizan, afortunadamente, como pueden, pero aterrizan. La verdad es que hay que agradecerles que hasta ahora no haya ocurrido ninguna desgracia, pero no sigamos tentando a la suerte. Su presidente, Michel O'Leary, afirmaba no hace mucho tiempo que el gobierno español no podía tomar medidas sancionadoras contra la compañía por tratarse de una empresa extranjera, domiciliada fiscal y jurídicamente en Irlanda, para más señas. Y es posible que tenga razón, aunque habrá que ver por la vía internacional o de la seguridad en el espacio aéreo, si las medidas tendentes a salvaguardar la seguridad de los pasajeros prevalece sobre los derechos mercantiles o jurídicos de una empresa.
Lo cierto es que si antesdeayer un avión fletado por la misma compañía hubo de aterrizar de emergencia en Lanzarote saltándose el turno de espera en la toma de tierra por falta de combustible, o en Manises el pasado día 3 por problemas técnicos, ahora hay que sumar las deficiencias técnicas que han hecho que un avión volviese al aeropuerto de Barajas a poco de efectuar su partida del mismo. Yo no sé si se trata de minimizar los costos de flete de una aeronave minorizando el combustible, o si se trata de minimizar los gastos de conservación y reparación de los aviones saltándose alguna revisión de los aparatos.
El caso es que, en la última semana, me han venido a la mente accidentes de avión como los ocurridos en el mismo aeropuerto madrileño con una nave de Spanair, el vuelo 5022, por problemas técnicos, o el vuelo de Air France Río de Janeiro-París en junio de 2009 por los mismos motivos, y he sentido un escalofrío: ¿Los recortes tienen que ver también con la seguridad en los vuelos, cruceros, infraestructuras, etc.? ¡Miedo me da!
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