martes, 5 de julio de 2011

La Tiranía de los Partidos Políticos



No creo yo que a la gente le preocupe si tal o cual partido político les gobierna o no. Antes bien, creo que lo que de verdad le importa a la ciudadanía es estar gobernada por personas, pertenecientes a partidos o no, a tal o cual tendencia, que busquen solucionar sus problemas (vocación remunerada de servicio al ciudadano).

La gente se acaba hartando de que todos los gobernantes conocen cuales son las necesidades de sus dirigidos, cuales son las medidas que llevan a incrementar el bienestar social y la satisfacción de sus necesidades y no toman las medidas necesarias para solucionarlo, la mayor parte de las veces porque la “disciplina de partido” no lo permite, o porque esto es apoyar alguna propuesta de la oposición (siempre que ésta tenga alguna propuesta, claro, que no es el caso de la oposición actual).

Me viene a la cabeza el caso de Rafael Sánchez Gordillo, actual (y antiguo) alcalde de Marinaleda, en la provincia de Sevilla. Tras ganar las pasadas elecciones en su localidad al PSOE por un porcentaje de votos del 73% frente al 24%, se afianza al frente de su municipio en base a la honestidad, coherencia, grado de cumplimiento de su programa electoral y transparencia en su gestión. Con él, IU tiene un valor seguro, como antes lo tuvo el SOC (Sindicato de Obreros del Campo).

Al mirar el panorama nacional o autonómico, no veo personas capaces, cumplidoras, al servicio (remunerado, claro) de la ciudadanía, y es triste. Ya sé que no tienen la culpa los partidos de tener en sus filas individuos que caen una y otra vez en la tentación de la apropiación indebida, tráfico de influencias, prevaricación, etc., pero no es menos cierto que le dan a éstos un respaldo que no debieran darle. Es por esto que me pregunto: ¿son necesarios los partidos políticos? ¿No serían preferibles en las elecciones las listas abiertas y que cada uno votara a quien creyera conveniente?

El problema radica en que tras la muerte del dictador Franco los políticos de turno implantaron una democracia en la que los partidos políticos detentaban el poder del pueblo y lo utilizaban a su libre discreción y albedrío, y eso significaba la democracia: el pueblo elegía a sus representantes, pero siempre dentro de una lista proporcionada por un partido político. Y ahondaban más uniendo el poder legislativo y el ejecutivo en el gobierno y su presidente. De esta forma, la democracia sustituía a la libertad. Es lo que tenemos.

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