miércoles, 16 de febrero de 2011

El Río de la Vida




A veces, cuando bajo hasta el río, recuerdo el paseo por otro, menos caudaloso tal vez, pero sí más rápido, más joven, más limpio. Es el recuerdo más revivido y quizás más hermoso de cuantos evoco últimamente, y eso que en los últimos años sufro de una tendencia cada vez más frecuente a recordar.

Hay quien dice que vivir con los recuerdos alejado del presente no es bueno. También hay quien afirma que, mientras recordamos, nos olvidamos de vivir. Yo creo que es posible que tengan razón, pero a mí me parece que, mientras evoquemos momentos felices, somos felices.

Siempre vuelve a mi memoria un paseo desde Pinos Genil, río arriba, hasta un pequeño prado junto a la ribera ("La tarde nos sorprendió sentados bajo el árbol reseco y agonizante, tu mano confiada tomó mi mano y fuimos dos ríos ávidos de encontrarse, ¿qué canción cantaba el agua? ¿qué música vibraba en el aire?..."). Hermoso Bellvitge que me diste un premio y yo, ¡pobre de mí!, no supe más que convertirlo en sueño -¿puedo darte un beso? ("...¿Recuerdas, amor, el beso de aquella tarde?")

No hay comentarios:

Publicar un comentario